Conocemos a Jesús? Decimos que si constantemente.
Pensemos un instante como es el Jesús al que creemos conocer.
Millones de personas en el mundo consideran a Jesús su guía,
su maestro, su salvador, amigo, Dios mismo encarnado caminando al lado nuestro.
Pero si le conociéramos más a fondo, ¿ no le armaríamos mas? Y al amarlo más,
¿ que seríamos capaces de hacer por el?
Lo que conocemos de Jesús define nuestro modo de relacionarnos con él.
Hay gente que conoce a un Jesús moralista,
preocupado más por los pecados que por el amor;
más pendiente del sexo que del sufrimiento humano, y es una pena.
Jesús es, sobre todo, amor y cercanía de los que lloran.
Los que predican muestran un rostro de Jesús y con él,
un rostro del padre, por eso es importante vigilar qué decimos de Dios y su reino,
para no distorsionar el mensaje de salvación.
Después de todo, lo que sabemos de Jesús marca nuestro modo de vivir.
En el fondo, quien es Jesús,
es algo que cada uno tiene que descubrir en la oración,
en el dialogo con èl, donde se revela. A lo largo de la historia,
los hombres y las mujeres han leído la escritura con fe y han encontrado en ella al Dios vivo,
y a Jesús, el hijo del Dios vivo.
Los evangelios nos cuentan algunas cosas de su vida terrenal,
pero no son informes de los hechos y dichos de Jesús,
así que tenemos que profundizar en su conocimiento a través de la oración,
porque allí Dios podrá transformarnos a la imagen de su Hijo.
No es lo mismo conocer de Jesús, que conocerlo a Él.
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